No sé si lo sabías, pero no hubiera elegido casi nada de lo que hice o hago. A veces tengo que frenarme en medio de las actividades cotidianas para preguntarme que estoy haciendo verdaderamente. Dura una fracción de segundos, pero me tengo que recordar el porqué tipeo apurada en la computadora y que estoy haciendo. No me doy cuenta en que momento tomo decisiones, cuál es el punto exacto en que decido no hacer algunas cosas y otras si. Simplemente pasa, y me da curiosidad no saber en donde va a desembocar todo este fervor por las palabras.
No sé si sabías, pero en los días de sol, cuando el viento me sopla fuerte en la cara, me siento esperanzada. El aire me traspasa y se lleva con él una parte de los pensamientos mundanos. Cuando salgo de trabajar, en vez de ir todo derecho por Santa Fe, me meto por Arenales. Me cruzo de la mano de la vereda en la que todavía quedan vestigios de rayos de sol. La calle es tan angosta que si viene alguien, le tengo que ceder el paso porque no pasan dos personas juntas al mismo tiempo. Esto último me sigue pareciendo un poco romántico. El fin de semana pasado, caminando por Arenales, vi bajar del auto a una autora argentina que me gusta mucho. Frené un par de centímetros antes de alcanzarla y pensé en qué decirle, pero en cuanto me armé de palabras, ella ya estaba cruzando para la vereda de enfrente con un pack de cervezas en la mano.
No sé si lo sabías, pero sé muchas cosas lindas sobre libros y autoras argentinas. Aprendí a recitar de memoria a Zambra y sé que nunca me va a servir para absolutamente nada. Nunca digo todas esas cosas que me gustan en voz alta en una conversación, porque no quiero ser como esa gente que se la pasa recitando libros y autores que a nadie le interesan salvo a ellos mismos. Por eso las escribo. El mes pasado leí en el prólogo de un libro una cita de June Jordan que dice “Soy una extraña aprendiendo a adorar a los extraños a mi alrededor” y la recité muchas veces hasta que se me canso la lengua.
No sé si lo sabías pero soy más feliz en verano. Quizás es solo una cuestión física: hay más horas de luz solar y creo que eso tiene algo que ver con el aumento de los niveles de serotonina, pero no estoy segura. La mayoría de las veranos me quemo muy feo la piel y estoy sin poder moverme por varios días del dolor, pero la realidad, es que el sol me da sueño y sin darme cuenta, de un momento a otro, me quedo dormida. Pienso si la vida no se trata más de que entregarse al placer y después vérselas con las consecuencias.
No sé si lo sabías, pero cuando empecé a leer mis textos en voz alta en frente de otras personas, un chico me preguntó si cuando escribí succionador de clítoris, era que alguien le estaba practicando sexo oral a la protagonista o que los succionadores de clítoris realmente existían. A los minutos, una chica que presenció el diálogo, me escribió por whatsapp: “no puedo creer que no sepa que existen los succionadores !!!!!!” Después de ese mensaje nos hablamos casi todos los días, pero todavía no la conocí en persona.
No sé si lo sabías, pero presenté por primera vez un texto a la Bienal, y aunque no quería, lo hice porque mis compañeros de taller me insistieron. Copié el texto en un Drive colectivo y los demás me iban dejando en comentarios al costado algunas correcciones. Si empezas en presente, termina en presente. No te desvíes mucho al punto de vista de los personajes secundarios, extendé el de la protagonista. Si vas a mencionar a un personaje con nombre, tiene que aparecer en algún momento algo de su voz y de lo que piensa, sino que no aparezca o no lo nombres. Me anoté todas las correcciones en una libreta y las interioricé, como a los mandatos familiares. Juan Sklar dice que la literatura aparece como el lugar donde saboreamos los fracasos, la impotencia y la derrota y que, justamente, escribir es el arte de la derrota. No quedé seleccionada en la Bienal, pero algo gané.
No sé si lo sabías, pero esto es un cover de un texto de Silvina, y le digo Silvina como si fuera mi mejor amiga, pero hace poco aprendí que a las autoras hay que nombrarlas con nombre y apellido, así como se los nombra a los autores varones. Nadie le dice Jorge a Borges, ni Luis a Chaves. Tengo este texto de Silvina guardado en la pestaña de marcadores desde mayo. Cuando estoy un poco triste lo leo, para acordarme de que el amor también es importante, como es importante el viento en la cara, la escritura, las calles angostas y los extraños que estoy aprendiendo a adorar.
“No me entrego desollada” - Por Silvina Giaganti.
-agustina.